Por Adrian Muñoz
Fue una noche romántica la del jueves pasado, nostálgica y de mucha emoción, en el Auditorio Nacional. Benny (hijo), de la dinastía Ibarra, ofreció su recital de La Marcha de la Vida.
Desde el momento en que las luces del majestuoso foro se apagaron, las chicas comenzaron a gritar su nombre; él, ataviado de manera muy casual con saco, camisa blanca, pantalón de mezclilla y botas, sonrió y sin decir más comenzó a interpretar las canciones que durante quince años lo han visto crecer y con las cuales muchos tienen gratos momentos.
Casi con lleno total (diez mil personas), el auditorio lucía en su mayoría público femenino, casi el noventa y cinco por ciento lo era, de todas las edades, sin importar nada más que el motivo que tenían frente a ellas. El resto (hombre) incluso de pie, coreaba también.
Canciones como Imperfecto Amor, con la cual abrió daban el toque ideal a la noche. El músico, multifacético, carismático y talentoso. De pronto tomaba el bajo, la guitarra y el teclado (al cual llamaba cariñosamente R2D2, haciendo mofa de la forma en que disfrazaron su instrumento).
Benny agradeció en todo momento la presencia del respetable, les miraba con ojos dulces, sonrisas coquetas y ellas, por supuesto gritaban de emoción. En algunos momentos se notaba que el cantante se ponía nervioso por la euforia y la adrenalina que destilaba por el lugar, sin embargo, supo controlar muy bien estos nervios y continuar.
Es sabido que siempre dedica sus conciertos a los seres más queridos como su abuelo (Luis); su madre (Julissa); sus hijos María y Mateo; su esposa Celina y por supuesto, su padre, el también músico, Benny, quien saldría a “palomear” con su hijo, Diablo con Vestido Azul y La Plaga. Todos lo acompañaron en el coro.
Un par de invitados más, Paty Cantú quien interpretó Se Desintegra el Amor y Celso Piña, Sólo un Pez en el Mar.
No podía faltar la presentación de sus músicos, mismos que han sido sus cómplices durante tantos años como Santiago Ojeda (guitarra), Fratta (bajo), Luis Ledesma (Batería), María Urtuzuástegui (coros, teclado, percusiones) y Diego Maroto (sax y flauta).
El tiempo transcurría y las canciones más conocidas (casi todas) fueron un regocijo para todos, Sin Ti, Vuela, Perder para Encontrar, La Marcha de la Vida y por supuesto, Cielo, con la cual el clímax fue extremo. Todos se pusieron de pie, la corearon y abrazaron a su pareja o bien le llamaban en ese instante al teléfono para dedicarla.
Todos salieron extasiados, Benny también. Contento se retiró del escenario luego de casi dos horas y media de una emotiva presentación.