• Menu
  • Menu

Acoso en el paraíso

Compartir artículo
acosoenelparaiso

Flores fue un sueño hecho realidad, una isla exótica a la que casi no llegan turistas. Llegue a Maumere un pequeño puerto que se encuentra en la parte central en el norte de la isla.

Mi primer encuentro con la isla fue un poco terrorífico, me sentí acosada por un hombre llamado Jeronimus (aquí la mayoría tienen nombres en latín) o Jiro para los cuates.

En el avión no había más que una familia de cuatro gringos y yo, los demás eran locales.

En lo que esperaba las maletas me abordo el tal Jiro, como que me analizó desde que llegué y estaba al pendiente de lo que hacía y de lo que tenía entre mis cosas y finalmente él me ofreció conseguirme un buen hotel en Maumere.

Después de que me dio el nombre del mismo y lo encontré en mi guía, accedí a que me llevará, pero con al condición de que si no me gustaba me iba a otro lado. Pensaba que la transportación estaría incluida como hacen los coyoteros en muchos otros lados, pero que equivocada estaba, ahí te tratan de sacar todo el dinero que pueden porque no hay turismo, tuve que pagar poco más de dos dólares por el taxi (una cantidad significativa en un país en el que la vida es sumamente barata en comparación a la nuestra).

Nos subimos al taxi que pagué yo, llegando al hotel me registré y me dijo: después de que descanses un poco, si quieres te acompaño al pueblo.

La habitación tenía un ventilador de piso y la típica “mandi” de agua fría, pero eso si, estaba muy limpio todo. Cuando salí de mi habitación ahí estaba él esperándome, en ese momento me dijo: deja explicarte los tours que tengo a ver si te interesa, me dio una larga explicación, cada minuto lo interrumpía para preguntarle cuanto costaba dicho tour, pero no me hacia caso y continuaba con su choro, incluso cuando terminó se limitó a leerme un contrato escrito a mano con todo lo que venía incluido o excluido y seguía sin decirme el precio.

Finalmente dijo la grosa cantidad de 3 millones 750 mil rupias, le dije: imposible, eso esta totalmente fuera de mi presupuesto y me empezó a dar miles de razones por las que era bueno tomar un tour de 5 días para recorrer la isla: es más seguro en tour, los autobuses nunca salen a tiempo, la carretera tiene muchas curvas y es peligroso.

Le dije: yo no puedo gastar más de un millón y medio, imposible, si quieres esperamos a que otras personas se unan al tour, fue cuando me dijo: ¿qué otras personas? aquí no viene turistas. Los otros pasajeros que venían en el avión ya tenían un paquete arreglado para ir a bucear y el trabajo es sumamente escaso o casi nulo para personas como el que tienen la facilidad de hablar el inglés.

Era sencillo yo podía esperar un par de días más ahí para ver si Jiro encontraba otras víctimas, o irme por mi cuenta en un autobús local.

Cuando vio mi no rotundo vi en su rostro una especie de tristeza o mejor dicho desesperanza, pero ni modo, era él o yo.

Ese día me enseñó la pequeña ciudad, primero me dijo: hay que tomar un ojek (una moto); claro porque seguro se llevaba comisión, pero le dije: no, caminemos, me encanta caminar y no creo que esto sea tan grande como para no poder caminar.

Y en efecto el sitio es suficientemente pequeño como para caminar, después fuimos a comer, y como todavía no lo alucinaba, le dije: vamos te invito algo de comer.

Fuimos al Puerto y ahí comimos un delicioso pescado y probé la malteada de Aguacate, en flores se dan unos aguacates gigantescos y súper carnosos, la malteada fue toda una sorpresa porque arriba le ponen jarabe de chocolate.

Ese día en la tarde yo pretendía irme a ver el atardecer al Puerto, pero tampoco me dejó, me dijo: vamos, te acompaño pero antes tengo que ir a ver a un amigo, así fue como me presentó a su dizque gran amigo Thomas, un alemán que estaba viviendo temporalmente en Flores, haciendo un estudio para protección civil sobre el terremoto y el tsunami que sufrió Maumere hace unos años. Es lo único que puedo agradecerle a Jiro, haber conocido a Thomas. Ese día resulto ser cumpleaños de Jiro y Thomas nos invitó la cena.

Esa noche quedamos que al día siguiente me enseñaría el mercado de pescados y después me iría con Thomas a visitar Sika una aldea de tejedoras de Ikat que son lo mismo que los sarong, pero con otros estilos y tintes.

Jiro es bastante presumido y pedante, cuando habla se las da de sabelotodo, y siempre presume de ser un hombre sano que hace deporte diario y no bebe, pero fue muy fácil comprobar lo contrario. Esa noche antes de llegar al hotel Jiro me estuvo lavando el coco, con la inseguridad, ten cuidado aquí la gente bebe mucho arak y en efecto en una esquina había un grupo de hombres bebiendo, los cuales le invitaron un acopa a Jiro, quien dice ser amigo de todos en todas partes de la isla.

Para no negarse me dijo: ves son mis amigos no puedo rehusarme a beber una copa de arak, y así lo hizo mientras yo lo esperaba.

Al día siguiente el Mercado iniciaba a las 6 a.m., pero Jiro seguía dormido, lo había olvidado por completo, mientras esperaba me ofrecieron el desayuno que estaba incluido en la renta del hotel, de repente de la nada salió el personaje medio crudo.

Después fuimos al Mercado, fue padrísimo, pescados de todos tipos y tamaños, atunes gigantes y la gente maravillosa, todos ellos aman ser fotografiados.

En ese paseo Jiro no se separó de mi ni un segundo, de repente otro hombre que hablaba inglés se me acerco a platicar cuando Jiro se dio cuenta inmediatamente hizo una voz intimidante: ¿Is there a problem? Y el hombre desapareció en un segundo.

Eso hizo que a mí me diera miedo su propia persona más que ninguna otra cosa. Me tenía atrapada y sin salida, no me dejaría respirar sin él, supongo que por miedo a que otra persona me vendiera un tour o simplemente para tenerme aterrorizada aislada de todo el mundo y me viera forzada a tomar su tour.

Así fue como aproveche las horas que él estaría en el aeropuerto a la caza de otras víctimas para caminar por el pueblo, preguntar en las agencias de viajes e ir a la estación de autobús.

Inmediatamente me di cuenta que la gente aquí es buena como un pan por naturaleza, aman las fotos y tiene un excelente sentido del humor.

Cuando llegué a la estación de autobús un hombre que hablaba muy poquito inglés se atrevió a conversar conmigo, se unos unió un anciano curioso y simpático, entre su poco inglés y mi amado frase book nos entendimos a la perfección. El más joven me ayudo a contratar mi autobús, ellos reservarían para mí el asiento delantero, el más conveniente por aquello de los apretones, y pasarían por mí el jueves, dos días más tarde, a las 10 a.m.

Tranquilamente me fui al hotel a esperar a Thomas y hacer nuestro paseo por las aldeas. En realidad si uno bordea la costa de Maumere hacia el oeste la mayoría de las aldeas son tejedoras, pero solo Sika es mencionada en las guías por su importancia histórica, ahí los portugueses construyeron una gran iglesia.

Frente a la iglesia estaban una señoras trabajando en sus hilos para hacer el ikat, pasamos a saludarlas y aunque no compramos nada fueron muy amables, como las vi muy entretenidas, rompiendo los hilos de palma que atan al algodón para hacer los diseños con el tinte, me puse ayudarles, esto las dejo fascinadas.

Jiro, siguió insistiendo esa noche. Cuando lo vi, me dijo que no había visto ni un turista más, y siguió insistiendo y yo negándome. Llegó un momento que me dijo: en otras ciudades encontraras otros guías pero quien sabe si se puedas confiar en ellos, si te llevan lejos algo te podrán hacer. Y casi agregó el muy desgraciado: Yo no respondo.

En ese momento lo deteste y me dio aún más miedo, porque no me dejaría en paz, por suerte yo ya tenia mi autobús para salir de ahí y no verlo más.

Esa noche conocí a un francés y a un gringo que se estaban hospedando en mi mismo hotel, el gringo ya retirado que había dejado todo para convertirse en voluntario de una ONG en la isla, su misión hablar sobre los controles de natalidad y evitar la propagación del SIDA.

El francés un loco fotógrafo que había pasado los últimos días con los cazadores de ballenas; un grupo de pescadores que con una pequeña barca y unas lanzas se enfrentan, como en los viejos tiempos, a las grandes ballenas.

Creo que una de las cosas más interesantes de viajar es encontrarse con todos estos personajes diferentes incluyendo al infame Jiro.

Además de que el francés estaba bastante guapo, lo más importante de haberlo conocido fue que me guió hacia uno de los destinos más padres de mi viaje, una isla en medio de un río en Malasia.

Al día siguiente muy temprano y ya por segunda vez fui al mercado y así lo hice hasta el día en que partí, en esta ocasión compraría un par de kilos de delicioso atún aleta amarilla fresco, recién pescado. Mi objetivo era hacerme un delicioso sashimi y también, si me lo permitían en el hotel, sellarlo en la parrilla. Mi invitado especial seria Thomas, quien nunca había probado el atún fresco y mucho menos crudo, de hecho nunca había comido pescado crudo. Y debo agregar que quedo tan complacido, que me dijo: haré lo mismo cuando mi novia venga a visitarme.

Lo mejor de todo es que dos grandes trozos de atún de un kilo cada uno me costaron 20 mil rupias (dos dólares y centavos), compré unos limones, chiles, pepinos y una salsa de soya, esto para mí era como un festín de reyes.

Al día siguiente me levante temprano y fui al mercado nuevamente, total el autobús llegaría hasta las 10 y calculando el famoso ‘indonesian time’, llegaría hasta las doce.

Ese día conocí a Steve, él estaba viajando con su esposa y sus tres pequeños, todos de edades que rodean los 10 años, le pregunté: si no era muy difícil viajar con los niños, me dijo que no, que a veces ellos eran sorprendentes. Él y su esposa los educan en el camino y así no pierden el año escolar.

Sin pedírselo me dio la dirección de su casa y me dijo cuando quieras puedes venir a visitarnos, somos viajeros y le tendemos la mano a todos los viajeros.

Esa es una buena filosofía, yo le dije igualmente. Madre estate lista porque ya nos llegarán algunos backpackeros a la casa. =)

Cuando regresé del mercado, Jiro estaba ahí, justo antes de irse de cacería al aeropuerto y por ultimo volvió a insistir en venderme el tour, mi NO ya era más que rotundo, ni siquiera regalado lo hubiera tomado.

Pues efectivamente el autobús llego por mí a las 12 y me llevó a la estación de autobuses donde tuve que esperar todavía más tiempo, de repente el chofer me dijo, vente y me subí, fue cuando hicimos un recorrido rápido por la ciudad recogiendo a más pasajeros.

Pero fue el inicio de la gran aventura en mi isla adorada.

2 comments