El poblado alfarero Mata Ortiz es reconocido como uno de los principales centros de producción de cerámica del norte de México y sur de Estados Unidos. Y el alfarero más reconocido es el maestro Quezada quien fue iniciador y creador de este movimiento inspirado en la cultura prehispánica de casas grandes (Paquimé).
El alfarero Juan Quezada, quien es el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares. Con su ingenio reinventó una técnica, un estilo, instrumentos y métodos que le han devuelto vigencia a una estética antigua. Al compartir sus conocimientos, la comunidad se transformó de un pueblo agrícola en un centro artesanal reconocido internacionalmente.
Gracias a las enseñanzas del maestro Quezada, son varios los artesanos que aplican la técnica de enrollado y apretado, utilizando materia prima local y estiércol, cortezas y madera como combustible para su cocción.
Impartió conferencias y cursos-talleres en diversas ciudades de Estados Unidos. De su obra se habla en libros, tesis doctorales, revistas especializadas, artículos periodísticos y videos. Sus piezas se han exhibido en museos de Arizona, california y nuevo México.
Incluso la compañía Fuji ha propuesto abrir un museo con su obra en Tokio. Por su contribución al arte y la cultura, ha recibido el reconocimiento del Congreso de los Estados Unidos.
Alfarero Juan Quezada, memoria
El día primero de diciembre de 2022 será recordado en el calendario de Chihuahua como la fecha en que culminó la vida terrenal y comenzó la leyenda del creador del estilo inigualable de la alfarería de Mata Ortiz: Juan Quezada Celado.
Poseedor de una sencillez que solamente los espíritus inmensos poseen, así pasó por este mundo Don Juan, nacido el 6 de mayo de 1940 en Santa Bárbara Tutuaca, municipio de Belisario Domínguez, Chihuahua, quien aceptó se le llamara Maestro únicamente después de haber recibido la distinción del Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares.
Su prioridad y máximo deseo era que la cerámica se desarrollara en altos niveles de excelencia y fuera reconocida por su valor histórico, y así sucedió. Hoy en día, el poblado alfarero de Juan Mata Ortiz es reconocido como una de las principales fuentes de producción de arte ceramista del norte de México y sur de Estados Unidos.
El nombre de Juan Quezada Celado, ha quedado grabado como precursor y creador de este movimiento que cambió la historia de un pueblo agrícola. El pueblo de Juan Mata Ortiz ha logrado un lugar indiscutible en el mapa mundial de las artes plásticas.
Su historia en la alfarería detonó cuando su camino se cruzó con el de su gran amigo y mecenas Spencer McCallum, quien quedó impactado y reconoció el valor artístico, histórico y cultural que generaría la cerámica de Mata Ortiz localidad asentada a 35 kilómetros al suroeste de Casas Grandes, en las cercanías de las ruinas de Paquimé.
Reprodujo y reinventó la técnica de enrollado y apretado ancestral que hace 600 años crearon los habitantes de Paquimé empleando pigmentos minerales y pinceles con cabellos de niño para crear piezas hechas a mano durante lapsos incluso de tres meses o más; compartió su conocimiento y fomentó la vocación de todo el pueblo hacia el arte para convertirse en semillero de talentos maravillosos, quienes, en muy corto tiempo, ya ostentaban premios nacionales e internacionales cambiando así el rumbo de la historia del poblado conformado por 300 familias.
Periodistas y documentalistas recabaron el testimonial vivo del maestro Quezada para escuchar su experiencia. En las múltiples entrevistas que concedió, él mencionaba que, sabía que estaba destinado a algo muy grande; aunque no sabía que sería. Lo fue descubriendo conforme moldeaba sus primeras ollas, que, dicho sea de paso, afirmaba le quedaban “muy feas”, sólo que jamás desistió.
Impartió numerosas conferencias y talleres a lo largo y ancho de la unión americana, Alemania y España; su legado quedó plasmado en libros, tesis, revistas especializadas, artículos periodísticos y documentales. Por su enorme contribución al arte y cultura recibió el reconocimiento del Congreso de los Estados Unidos.
Sus hermosas piezas se han exhibido y subastado en múltiples galerías de arte alrededor del mundo, y maravillado a audiencias en museos de Estados Unidos, México, Japón y Europa.
Hombre cabal que ostentaba una educación muy esmerada, siempre honró a su familia, a Guillermina Olivas Reyes, su compañera de vida y a quien siempre consideró su musa.
Chihuahua y México están de luto pues ha muerto un ser humano generoso y extraordinario; un sencillo hombre del desierto chihuahuense, que supo encontrar su propósito de vida compartiendo sus descubrimientos con quien deseara prosperar por medio del noble oficio de la alfarería.
Hasta sus últimos días anduvo buscando barros para mezclar y minerales para elaborar sus pinturas. Nunca le deslumbró el éxito pues lo asumió como una mera consecuencia de lo que más amaba hacer.
Entre los reconocimientos y distinciones que recibió en vida en nuestro país se cuentan: el homenaje organizado por el Museo de las Culturas del Norte y placa conmemorativa otorgada por el Gobierno del Estado de Chihuahua, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares otorgado por la Secretaría de Educación Pública; el galardón Pantaleón Panduro otorgado por el Ayuntamiento de Tlaquepaque, Jalisco y el Reconocimiento como Chihuahuense Distinguido por el Gobierno del Estado de Chihuahua.
El tesón, del infalible prueba-error y su pasión por la excelencia, su honradez y su compromiso personal lo han elevado sin duda a la inmortalidad pues vivirá en cada una de sus obras, en cada trazo que genere asombro y abra la conversación hacia ese pueblo del que emanará arte por generaciones. Hoy el Maestro Quezada ya trascendió, dejando este plano para convertirse en leyenda.
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