Texto y fotos: Erik Ochoa
En el imaginario de todo viajero amante de las tibias y profundamente azules aguas del Caribe está visitar la isla de Curaçao ó Curazao, o como le dicen cariñosamente los locales, “Dushi Curaçao”, algo así como “dulce Curazao”. La isla se ubica en el Caribe sur, muy cerca de Venezuela y Colombia y lo primero que llama la atención es su arquitectura, de influencia netamente holandesa pero con un colorido intenso y único.
Se trata de una isla con apenas 142 mil habitantes integrada por gente de mas 50 distintas nacionalidades que le han dado una personalidad a la isla única y deliciosa. La capital de la isla se llama Willemstad, el puerto de entrada, el cual es Patrimonio de la Humanidad. El destino es deliciosamente exótico ya que tiene una herencia cultural muy diversa. Por un lado, es evidente la influencia holandesa que aun continúa hasta nuestros días, pero también de los inmigrantes judíos que huían de la Santa Inquisición española y que se refugiaron en la Isla fortaleciendo la actividad comercial haciéndola próspera.
Paradójicamente, durante muchos siglos Curazao también fue el epicientro del comercio de esclavos. Esta bonanza llevó a la isla a través de la historia a pasar de manos, primero de los españoles y luego en una larga disputa entre ingleses y holandeses, hasta formar parte de lo que fueron las Antillas Holandesas. Hoy en día es un país que forma parte del Reino de los Países Bajos, por lo que tiene su propio parlamento.
Esta mezcla racial y cultural se ve reflejada en el idioma, ya que aunque el holandés es la lengua oficial hablan papiamento, una mezcla de inglés, español, portugués, neerlandes, lengua africana y lengua indígena arahuaca. Pero no se preocupe, que todos los habitantes hablan por lo menos inglés y español, por lo que comunicarse es muy sencillo. La mezcla racial hace a la gente simplemente hermosa, y para muestra, Laurien Angelista, nativa de la isla quien, en 2014, fue nombrada Miss Universe.
En Curaçao hay tres cosas fundamentales que hacer: Disfrutar de la playa y los deportes acuáticos, ir de compras y apreciar la arquitectura y los paisajes. Como en todo el Caribe, aquí se puede practicar el buceo de manera espectacular, por lo que hay que buscar un buen tour operador que lo lleva a descubrir los mejores sitios. Si prefiere algo menos extremo puede visitar el parque acuático donde se puede tomar la experiencia de nadar con delfines o tomar un viaje en submarino, desde luego no es barato, pero es inolvidable.
El destino es familiar por naturaleza por lo que se puede disfrutar de playas muy tranquilas pero no menos hermosas. Hacia el norte de la isla hay muchas opciones para practicar rappel y senderismo.
En cuanto a las compras, hay decenas de tiendas de souvenirs y también de diamantes y joyería en el puerto de Willemstad. También hay galerías de arte con piezas de artistas locales, así como algunas tiendas con cerámica holandesa de primera calidad. A Willemstad lo divide un canal interno, el cual se puede cruzar mediante un puente móvil que se abre y se cierra dependiendo de las embarcaciones que lleguen a puerto. Si el puente está cerrado se puede abordar un ferri gratuito que en un par de minutos lo cruzará, es muy pintoresco.
Se dice que la razón por la cual las edificaciones están pintadas de colores tan vívidos es porque en alguna ocasión el gobernante en turno ordenó que se pintasen de colores, ya que si permanecían de color blanco dañarían la vista de las personas. A la muerte del mandatario se descubrió que éste tenía acciones en la fábrica de pintura local. Curazao está lleno de historias y relatos, su comunidad ha logrado construir a pesar de sus orígenes tan diversos su propia historia e identidad cultural.
A Curazao se puede llegar en avión, pero la manera más económica y práctica de hacerlo es mediante un crucero, que si bien tiene un paso breve, resuelve de mejor manera el tema de las distancias y el costo. Pullmantur, tiene un crucero que zarpa de Panamá cada semana y llega a la isla por un día.