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RITOS DE LA CANDELARIA EN LAS ETNIAS DE MICHOACÁN Y NAYARIT

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Mientras que para los purépecha el 2 de febrero marca el comienzo del ciclo agrícola, para los tepehuanes la celebración está vinculada con la época de mayor abundancia. La fecha rememora la Purificación de la Virgen, es decir, se recuerda el momento en que María, junto con su hijo Jesús, se presentan en el templo llevando candelas (velas).

Con motivo de la celebración del Día de la Candelaria, diversos grupos indígenas del occidente mexicano realizan cada 2 de febrero una serie de rituales que involucran ofrendas de semillas, elaboración de comida, danzas tradicionales, música de banda y la devoción a las imágenes religiosas.

Tal es el caso de las comunidades purépecha del estado de Michoacán que festejan el inicio del ciclo ritual agrícola, mediante la bendición de las semillas que se emplearán en la próxima temporada de siembra.

De acuerdo con Patricia Terán, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), los indígenas llevan ofrendas de maíz, frijol, trigo y otros cereales al templo católico, donde son bendecidos por el sacerdote durante la misa que se realiza en honor a la Virgen de la Candelaria.

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En esta fecha se rememora la Purificación de la Virgen, es decir, se recuerda el momento en que María, junto con su hijo Jesús, se presentan en el templo llevando candelas y un par de pichones.

“Esta celebración se remonta a tiempos prehispánicos, y aunque los antiguos purépecha eran destacados guerreros, cazadores y excelentes artesanos, le otorgaban gran importancia a la agricultura”, abundó Terán Escobar, directora del Museo de Artes e Industrias Populares de Pátzcuaro.Además de los granos, también se bendicen las imágenes religiosas, entre ellas el Niño Dios, y las velas usadas durante los velorios, para que el alma de los difuntos tengan una luz que los acompañe en su camino al más allá.

El ciclo agrícola de este grupo se divide por etapas en las que se realizan diversos rituales a fin de asegurar la cosecha, puesto que la comunidad depende de los frutos de la milpa. El primero corresponde a la bendición de las semillas y luego viene la petición de lluvias el Día de la Santa Cruz, el 3 de mayo.

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Posteriormente, en agosto se celebra a la Virgen de la Asunción, cuando aparecen los primeros elotes, señal de que habrá el alimento básico; y el ciclo termina hacia noviembre con la festividad de los muertos, es decir, la cosecha, momento en que agradecen a los difuntos y a los dioses por tener una producción abundante, explicó Patricia Terán.

Las comunidades purépecha realizan diversas actividades con motivo del Día de la Candelaria. En el caso de Ahuiran, la noche del 1 de febrero los jóvenes y el sacerdote acuden al ojo de agua llamado Arake o Karixu, llevan cántaros y una campana que hacen sonar a su regreso.

El día 2 se realiza la misa en honor a la Virgen de la Candelaria, y los asistentes llevan vasijas para recibir el agua que fue bendecida en la iglesia. Al terminar se escucha la música de banda y se venden productos de la región, detalló la investigadora del INAH.

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En Cocucho se celebra la misa y grupos de bailarines ejecutan la danza de los viejitos; por la noche hay juegos pirotécnicos. Mientras que en Comachuen, los matrimonios recientes bailan la danza de los negritos en la puerta del templo, fiesta en la que se reparte pan que simboliza el cuerpo de Cristo.

En Tócuaro, un pequeño pueblo ubicado en la ribera del lago de Pátzcuaro, se realiza una pastorela colectiva que inicia alrededor de las seis de la tarde, y por lo general, concluye hasta el día siguiente, dicha representación se basa en la creencia de que si el Niño Dios no ha sido presentado ante el templo, todavía es susceptible de caer en las trampas del infierno.En el pueblo alfarero de Ocumicho, el sacerdote del pueblo bendice las hojas y semillas de la flor de nochebuena, principal cultivo de la región, así como las imágenes religiosas.

Al terminar el evento, todos los personajes salen al atrio, seguidos por el resto del público y así comienza una peregrinación en la que visitan cada casa del pueblo, hasta caer la noche y seguir al otro día, concluyó la arquitecta Terán Escobar.

Una fiesta única desarrollada en la región noroeste de Nayarit, que atrae a un gran número de visitantes cada 2 de febrero, es la celebración a la Virgen de la Candelaria, conocida en esa entidad como Nuestra Señora de Huajicori, donde la etnia tepehuana le rinde culto desde hace casi 400 años.

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Fiesta a la Virgen de la Candelaria en Nayarit

La celebración, que comienza el 24 de enero y se extiende hasta el 3 de febrero, tiene su origen en 1623, cuando el fraile Francisco de Fuentes, al hacerse cargo del convento franciscano —que para entonces existía en Huajicori— llevó consigo una imagen de la Virgen de los Remedios e infundó devoción a ella entre la comunidad, por lo que a partir de ese momento se convirtió en la santa patrona de dicho poblado y sus alrededores.

De acuerdo con el investigador en Ciencias Humanas, Efraín Rangel Guzmán, quien obtuvo el Premio INAH 2009 por el registro y estudio de esta celebración, la festividad destaca por ser “uno de los elementos más importantes de identificación del grupo tepehuano del noroeste nayarita, que da cohesión y sentido a sus tradiciones, y explica el origen de éstas”.

Mencionó que el fervor hacia la virgen se prolonga durante 11 días. “La primera semana solo es adorada por la población local de Huajicori, pero los días 1, 2 y 3 de febrero, la fiesta se extiende a las comunidades y municipios aledaños, sin embargo, en la última década, la celebración se ha hecho tan popular que incluso ha llegado a congregar más de 100 mil personas, entre ellas turistas”.

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Desde el 24 de enero, diariamente los nayaritas de Huajicori se reúnen en la iglesia a las cuatro de la mañana para la misa de alba. Una vez terminada, la gente convive tomando una taza de chocolate y degustando pan y galletas; de ahí, con música de mariachi, parten hacia uno de los nueve barrios en que se divide el poblado, donde dejan la imagen de la Virgen.

Por las tardes, nuevamente toda la comunidad se reúne y recogen la imagen religiosa, para llevarla de regreso entre música de banda, carros alegóricos y danzantes típicos (conocidos como matachines) al templo de Huajicori.

Efraín Rangel Guzmán mencionó que la fiesta se realiza entre enero y febrero desde hace casi 400 años, debido a que es la época de mayor abundancia agrícola, “es el momento en que las personas ya recogieron sus cosechas y poseen las materias primas necesarias (flor de jamaica —de mayor producción en la región—, arrayán y maíz) para hacer los alimentos que se comparten el 2 de febrero.

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Dicha festividad fue registrada y documentada por el investigador nayarita Efraín Rangel durante 14 a

ños, estudio que reúne en el libro Imágenes e imaginarios. Construcción de la región cultural de Nuestra Señora de Huajicori, primer documento etnográfico enfocado al desarrollo cultural en esa área, el cual será presentado este 31 de febrero, en el Museo Regional de Nayarit a las 18:30 horas.Indicó que durante las siete misas que se celebran ese día se purifica el templo con aroma a copal y la principal de ellas (la de las 12:00 o 14:00 horas) es oficiada por el obispo. De igual forma, se ejecuta la danza de los matachines, en la que los participantes se visten con trajes rojos brillosos conformados por camisa y faldellín, y sobre la espalda llevan el estampado con la imagen de la Virgen; portan un arco y un penacho con plumas de urracas pintadas de colores; al ritmo de sones escoltan y veneran a la imagen religiosa.

Fuente: INAH

Fotos: INAH Efraín Rangel