Los amigos verdaderos se conocen, perdonan, toleran, ayudan y respetan.
¿Recuerdas, mi estimado lector, el personaje de Robert Banner, que es un científico que se transforma en un ser de color verde, ingenuo pero de gran fuerza física, cuando recibe una descarga de rayos gamma en el momento en que está haciendo un experimento en su laboratorio? Pues bien, el Dr. Banner y el inocente Hulk tienen sus raíces en el libro escrito por Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, publicado en Londres en 1880.
La temática del libro causó gran sensación, pues trataba de la personalidad desdoblada de un individuo afamado, muy inteligente, agradable y de buen ver, además de rico, como lo es el Doctor Harry Jekyll.
En contraste, el escritor presenta al “villanísimo” Edward Hyde, un tipejo diminuto, joven, lleno de maldad, desagradable, antisocial, despreciable y sin conciencia alguna.
A la luz de todos, ambos –Jekyll y Hyde- se han hecho muy amigos, tanto que le prestó una de sus casas y le será heredada a su muerte la cantidad de un cuarto de millón de libras esterlinas. Lo que nadie sabe es que estos dos sujetos son la misma persona. Es lo que Harry esconde (to hide, en inglés) y lo consume y por lo que se suicida.
En la época en que este libro fue escrito, Inglaterra tenía ya su gran momento histórico. La Revolución Industrial había marcado una nueva era en el mundo y se había colocado como primera potencia económica. Es la época de la Reina Victoria.
Si bien es cierto que el Realismo es una corriente artística que favorece a la ciencia, la literatura experimenta un nuevo sesgo. La presencia de un laboratorio de química es atrayente en grado sumo. ¿Qué pasa allí? Stevenson juega con este escenario lleno de matraces, pipetas, gases y sustancias peligrosas. Una de ellas es la cocaína. Allí prepara Harry su brebaje para encontrar el alter ego y separarlo, por decirlo así, de su cuerpo, dándole vida propia. Nadie es bueno, nadie es malo. Todos tenemos esta dualidad, pero debe prevalecer el bien sobre el mal para poder convivir en sociedad. Tarde, muy tarde, lo supo Harry.
En una segunda lectura, los amigos juegan un papel importantísimo. Sin ellos esta historia no se conocería. Lanyon es más médico que Jekyll; éste es más científico que aquél, y los une su pasión por la ciencia. Por otro lado, Utterson es el abogado, es prudente y ve más allá. Intuye que algo está mal y vigila su amigo. Es a quien recurren los criados, es quien toma la decisión que resuelve el conflicto y quien los entierra.
La medicina y la abogacía son dos profesiones ampliamente reconocidas que otorgan prestigio social a quienes poseen estos títulos universitarios. Nuestro protagonista confía a su condiscípulo su descu- brimiento. Lanyon se horroriza por este secreto y muere. Utterson va al encuentro de cada uno de ellos en su momento y tiene en sus manos la verdad de lo ocurrido. ¿Por qué? Porque son amigos verdaderos.
En griego, amigo quiere decir sin mi yo. Y quizás lo que Stevenson quiso destacar en un segundo plano es el valor de la amistad como el más importante, en donde los sentimientos están involucrados. Son amigos de toda una vida y como tales se acompañan, se respetan, se consuelan, se tienen confianza. Comparten una grata caminata dominical, una cena exquisita, los criados los conocen. Todos se preocupan y se cuidan.
Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo en 1850. De familia acomodada, asisitió a la universidad. Gran lector desde pequeño, recibe la influencia de Sir Walter Scott. Enferma de tuberculosis, por lo que viaja constantemente a lugares donde el clima le favoreciera a una mejora en su estado de salud. Se casa con Fanny, una mujer divorciada. Muere a los 44 años de edad. Escribió La Isla Del Tesoro, El Diablo De La Botella, y La Flecha Negra, entre otras novelas.
La lectura que hoy nos ocupó la encuentras en varias casas editoriales. Es una novela clásica recomendada para adolescentes y adultos.