Antes que los moches o los incas en Perú, existió Caral, una civilización contemporánea a los sumerios, los egipcios y los chinos, se calcula tiene una antigüedad de 5 mil años.
Ubicada a 200 kilómetros al norte de Lima, cuenta con 32 pirámides de diferentes dimensiones, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, pues dejó al mundo el legado de una sociedad armónica, no orientada ni al individualismo ni a la guerra, como lo describe la arqueóloga peruana Ruth Shady, responsable de las investigaciones de esta ciudad.
Caral es uno de los 18 asentamientos identificados en el Valle de Supe. Con una extensión de 65 hectáreas, está conformada por una serie de conjuntos arquitectónicos como la Pirámide Mayor, la Pirámide del Anfiteatro y el Sector Residencial de Elite.
Estas construcciones piramidales son similares a las mesoamericanas y cumplían con propósitos políticos, sociales, religiosos y astronómicos, a diferencia de las egipcias que se construyeron en la misma época pero como mausoleos para sus gobernantes.
La ciudad fue un asentamiento muy ordenado y planificado con edificios públicos en donde estaban reguladas las expresiones sociales y en la que muchas personas se dedicaban al estudio de la ciencia y la tecnología para mejorar la vida de las poblaciones.
Se hablaba el quechua, una lengua que perdura. Inventaron el quipu, un sistema de escritura que se mantuvo hasta la época inca y que consistía en codificaciones muy especiales a través de cuerdas y nudos de uno o varios colores.
Cultivaban tubérculos como la papa, de la cual se desarrollaron más de 4 mil variedades; el maíz apareció en el último periodo pero más bien se utilizó con fines ceremoniales.
Desarrollada unos 3 mil años antes de Cristo, una de las grandes aportaciones de la que es considerada la civilización más antigua de América, es que el Estado se encargaba de resolver asuntos como la administración del agua o el comercio para facilitar los vínculos entre las comunidades, que tenían sus propias autoridades civiles.
“En Caral hubo un Estado teocrático, pero la organización de la sociedad civil se desarrolló en paralelo, y el Estado no tuvo una hegemonía sobre la sociedad sino que se coordinaba con las autoridades civiles”, explica la especialista.
Esta forma de vida permitió el desarrollo de la ingeniería, la arquitectura, la astronomía, la previsión del tiempo y los cambios climáticos, la industria textil del algodón de colores, la pesca así como el comercio. No se encontraron armas, ni indicios de una orientación hacia la guerra; por este motivo la metalurgia no se desarrolló como en el Viejo Mundo.
Caral subsistió mil 200 años sin guerras, y fue una sociedad que no estuvo dirigida al individualismo ni a la conquista. Con esta coordinación se logró mucho más respeto del Estado hacia la sociedad civil. Más tarde los Incas se impusieron y usaron las armas para conquistar siendo el primer Estado imperialista en los Andes centrales.
Entonces ¿qué le pasó a Caral? “No resistió un cambio climático”, aseveran expertos.
“Hoy en día se habla de los efectos de un cambio climático y del calentamiento global; la catástrofe que destruyó a Caral empezó con fuertes terremotos, luego hubo aluviones y después una sequía que pudo durar entre 60 y 130 años. Los campos de cultivo de Cara, se convirtieron en desiertos y entonces los pobladores abandonaron el territorio” documenta Shady.
“En los últimos siglos los seres humanos nos hemos preocupado más por los acontecimientos que ocurren en el interior del planeta, y menos en lo que está pasando en el espacio sideral. En cambio, las sociedades del pasado se interesaban más por el cosmos y su influjo en la Tierra”.
“De modo que Caral podría ser un llamado hacia la reflexión sobre estos fenómenos siderales y sus implicaciones”, puntualiza.
Información en: http://www.caralperu.gob.pe