Muchas de las ceremonias y rituales que se realizan en todo el territorio mexicano, son producto del sincretismo religioso y, como resultado, son unas de las celebraciones más coloridas del planeta. Motivo suficiente para realizar un viaje en busca de una experiencia nueva.
En Querétaro, los otomíes aprendieron a adaptar sus ceremonias al ritual católico y las vincularon al ciclo anual agrícola, especialmente del maíz.
En el municipio de Tolimán, se rinde culto a San Miguel Arcángel. En torno a este santo patrono se desarrolla una serie de festividades que arrancan los primeros días de julio y finaliza el 30 de septiembre. El ritual culmina con el levantamiento del Chimal, el escudo espiritual contra la adversidad.
Como parte fundamental de la Ruta del Semidesierto de Querétaro, el municipio de Tolimán resguarda una de las zonas con mayor riqueza cultural del estado y alberga gran parte del Patrimonio Mundial declarado por la Unesco en 2012 “Lugares de Memoria y Tradiciones Vivas de los Pueblos Otomí-Chichimecas deTolimán: La Peña de Bernal, guardián de un territorio Sagrado”.
La principal celebración, se lleva a cabo el 27 de septiembre, cuando se realiza el Levantamiento del “Chimal”, una tradición en verdad impresionante, que demuestra los valores de unidad, devoción y trabajo de la población de Tolimán. La mayoría del pueblo participa al menos una vez en su vida en este ritual.
El Chimal, que celebra a San Miguel Arcángel, es una grandiosa estructura que se construye con madera, carrizos y hojas de sotol y se adorna con fruta, pan y flores que llega a medir entre 20 y 22 metros de altura, hasta tres metros de ancho y remata en una cruz. Mientras se edifica tocan música y bailan como parte de la celebración.
Esta estructura se prepara desde el mes de julio para ser levantada en el jolgorio de septiembre, donde toda la comunidad se reúne para admirar el altísimo Chimal que incluso llega a superar el tamaño de la iglesia local.
Con información de INAH.
