Compartir artículo por Sergio Pastrana D’Abbadie El agua turquesa de la alberca se une en el horizonte con la inmensidad del mar, el infinito está al alcance de la mano y un sentimiento de libertad se apodera de todos los sentidos. Antes de que se ponga el sol, un paseo por el jardín zen lo tranquiliza todo y ya de noche la brisa marina y el tímido brillo de la luna...
