Un minuto antes de empuñar los bastones y colocarnos los lentes de sol, nuestros ojos se llenan de esa paz que produce el paisaje blanco de la nieve en combinación con los pinos y el brillante cielo azul; es un minuto que sirve para que nuestro cuerpo se prepare para a recibir un golpe de adrenalina, ese sentimiento de euforia y miedo que da al momento de lanzarnos...